domingo, 13 de enero de 2013

Sin acuse de recibo (poemarios)


GUZMÁN, Inés María, El violín debajo de la cama (Madrid, Vitruvio, 2012). Es un interesante poemario dedicado a Javier Espinosa (con prólogo de José Infante). El retrato del poeta/personaje es muy certero y tiene algunos momentos memorables. En otras ocasiones, se redunda en el tópico. Me cuesta trabajo ser objetivo por mi implicación personal con Javier, aunque creo que es lo mejor que ha escrito su autora: Temblando como un pájaro / esta tarde ha llegado. / Era mi amigo. / traía una camisa clara de algodón / sobre el cuerpo tan frágil y tan fuerte. / Entre sus manos, como siempre / unas blancas cuartillas. 

MONTILLA MARTOS, Ángel L., A estas alturas (Sevilla, Círculo Rojo, 2011). El título juega con la altura de la vida y la altura física del viaje en avión. Tiene conexiones con la poesía de la experiencia (la reflexión metafísica y el uso de la primera persona), pero también coquetea con el malditismo progre de los ochenta. El mejor poema (a pesar de sus evidentes caídas de ritmo) es “Consejo vital”, en línea con el Machado de “Retrato” y el Vallejo de “Piedra negra sobre una piedra blanca”: Como a estas alturas / comienza ya a preocuparte / el otrora tan lejano, tan ajeno asunto, / me regalo y te regalo un buen consejo: / procura morir en primavera”. 

VILLENA, Luis Antonio de, Proyecto para excavar una villa romana en el páramo (Madrid, Visor, 2011). Es un libro de memorias que redunda en los clásicos temas villenianos: la belleza adolescente, la pulsión del deseo, el entorno familiar y social más o menos literaturizado…, pero también un regreso a esa manera de escribir que cimentó su fama allá por los años ochenta. Me siguen gustando la “naturalidad” del lenguaje y, a la par, su inocente heterodoxia: ¿Qué fue de aquellos dulces chicos / de mi juventud, cuando yo apenas tenía treinta años? ¡Ay, ese tango de Gardel pasado por un Cernuda manriqueño! 

GARCÍA, Txus, Poesía para niñas bien. Tits is my bowl (Sevilla, Cangrejo Pistolero Ediciones, 2011). Soplo de aire fresco (por lo directo e irreverente) en las ñoñas aguas de la poesía española contemporánea. El sexo de la mujer (y sus deseos), sin tontos tabúes tan políticamente correctos, está presente de principio a fin del poemario. La mujer, al fin, vuelve a ser objeto de deseo (y además, de otra mujer). ¿Se le permitiría a un hombre firmar estos versos sin ser considerado un detestable machista?: Masculinas, femeninas, intersex, andróginas, / solteras, casadas, monjas, viudas, enamoradas. / Ellas. / Todas. / Mierda. / Me gustan todas. La vida misma. 

JORDÁ, Eduardo, Tulipanes rojos (Madrid, Visor, 2011). Poemario correctísimo que ha recibido el IX Premio Emilio Alarcos. La estructura de los poemas es el clásico: breve anécdota que sirve como excusa para una reflexión ética, moral o existencial. El tono de los poemas, a pesar del evidentísimo oficio de su autor, no pasa de una triste grisura teñida de trascendentalismo; eso sí, con algunos aciertos expresivos: Si no existen las flores grises, / ¿cómo pueden estar aquí, / al otro lado de la ventana? 

GARCÍA, Álvaro, Canción en blanco (Madrid, Visor, 2012). Largo (y único) poema que ha merecido el XXIV Premio Fundación Loewe. A pesar de estar concebido a la manera clásica, una canción de amor teñida de reflexiones sobre la memoria y el olvido, se utilizan recursos propios de la poesía del silencio (los dos puntos que introducen brevísimas, y agudas, definiciones: amar: abandonar el hábito del daño) e incluso efectivas (y barrocas) metáforas: dedo que es más joya que su anillo. Aunque es muy complicado mantener la tensión poética en un poema tan largo (una propuesta atrevidísima para los tiempos que corren), no resulta difícil encontrar versos destinados a permanecer en la memoria: No importa tanto aquí un significar / las palabras anidan por su aroma. Pero ya nos acercamos a la metapoesía. 

SIMÓN PARTAL, Alejandro, Nódulo noir (Sevilla, Renacimiento, 2012). Segundo libro del autor. Más maduro que el anterior (El guiño de la chatarra), tiene momentos estupendos. Recoge la herencia de los poetas del 70 (el culturalismo asumido), de los 80 (esa querencia por la cotidianeidad), de los 50 (el afán de trascendencia y algunos recursos vanguardistas), pero también el asombro, la curiosidad y la desorientación de un poeta joven: Vivir resbalando es una forma / de evitar la caída.

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